Si
pensamos en salir antes del trabajo,
con tiempo suficiente para atender a
familia, amigos, recados o
aficiones, el talante nos cambia.
Acudir a la oficina sintiendo que
vamos a estar en ella presos todo el
día no nos convierte en los
empleados más felices y motivados,
precisamente.
Sí, cuando nos
imaginamos un horario laboral que
nos permita conciliar y disfrutar de
la vida más allá del trabajo, somos
más felices, y está comprobado que
con ello, las empresas también,
porque somos mucho más productivos,
y ellas además, consiguen reducir
bastantes gastos.
Poco a poco el
debate entorno a este tema crece,
las empresas van siendo conscientes
de los beneficios de modificar los
hábitos laborales españoles en
cuanto a horarios y jornadas, y se
van observando pequeños cambios.
La mayoría de
trabajadores estamos esperando que
los buenos resultados de esos
cambios se vean reflejados en
decisiones nuevas de aquellas
compañías que aún no han optado por
aplicar nuevos horarios.
Si por algo se
caracteriza la jornada laboral
“tipo” en España es por contar con
demasiados tiempos muertos a lo
largo del día que, además de retener
a los empleados en sus puestos de
trabajo, hacen que la productividad
baje y aumentan las posibilidades de
que se produzca un accidente
laboral. La mayor parte de éstos se
da tras la hora de comer, a
principios de la tarde.
Por ello, la
idea de establecer una jornada
continuada, en la que los
empleados estén en sus puestos
temprano, destinen solo media hora a
la comida y salgan a una hora
razonable para poder conciliar,
debería ser contemplada por muchas
compañías.
Establecer
horarios de jornada intensiva
es otra opción, y en grandes
compañías como Iberdrola, los
resultados de adoptar este tipo de
horarios han sido realmente buenos.
Fue en 2007 cuando se decidieron a
probar con la jornada continuada, y
desde que adoptaron esta medida, su
productividad ha aumentado en
500.000 horas anuales.
Y es que cuando
los empleados están a gusto en su
trabajo, y en parte que esto suceda
pasa por un horario laboral que les
permita ser felices fuera de él, se
comprometen más con la empresa y con
sus objetivos.
Reducir
horarios o readaptarlos, eliminando
tiempos muertos y permitiendo la
conciliación, reduce también el
absentismo laboral y el índice de
accidentalidad en las empresas.
Iberdrola vio, como tras los
primeros cinco años con sus nuevos
horarios laborales, el absentismo
bajó un 10% y los accidentes hasta
en un 60%.
Iberdrola no es
la primera ni la única en adoptar
estas medidas, otras grandes
compañías como Ono y muchísimas
Pymes han apostado también por
horarios flexibles y que permiten la
conciliación, beneficiándose de sus
buenos resultados. Pero, vayamos más
allá, ¿qué tal trabajar solo cuatro
días a la semana?
Según el
experto de la Organización
Internacional del Trabajo (OIT),
Messenger, trabajar cuatro días a la
semana es la manera ideal para crear
una sociedad más feliz y saludable.
Los motivos por los que recomienda
esta medida los ha ido recopilando
durante horas y horas de estudio de
los horarios laborales desde que
forma parte de la OIT, y es que es
mucho mejor reducir horarios, porque
además de fomentar una sociedad
mucho más saludable y feliz hay que
tener en cuenta que:
-
Trabajar en exceso daña la salud.
Entre los trastornos más comunes
que el exceso de trabajo provoca
se encuentran el desarrollo de
enfermedades cardiovasculares,
gastrointestinales y de
trastornos reproductivos, además
de graves problemas mentales e
incluso la muerte.
-
Cuanto menor sea el horario de
trabajo y la semana laboral,
mayor será la felicidad.
Las largas jornadas de trabajo
generan más estrés y ansiedad en
el hogar, y acaban generando
conflictos entre la vida
personal y la laboral.
-
Mejor reducir horarios que tener
que despedir empleados.
Las personas son más productivas
cuando trabajan menos, y en
épocas de crisis, la reducción
de horarios ayuda a ahorrar en
gastos, sin tener que despedir
empleados que pueden resultar
muy productivos.
-
Menos trabajo, más
productividad. Las
semanas más cortas motivan a los
trabajadores, disminuyen el
absentismo, reducen el riesgo de
errores y accidentes y combaten
el cambio de empleo. Vamos que
son tan buenas para los
empleados como para las
empresas.
Estados
Unidos va dando pasos hacia la
semana laboral de cuatro días, y en
países como Reino Unido y Holanda es
bastante habitual entre empresas de
diferentes sectores. En Alemania,
desde el comienzo de la crisis
económica, sus políticas han ido
encaminadas a incentivar a las
empresas para reducir horas de
trabajo en lugar de despedir
empleados, por ejemplo. Pero el
modelo cuenta también con
detractores, y es que se trata de un
debate sobre una cuestión que abarca
muchos frentes: económico,
ambiental, social, psicológico,
sanitario y el de la productividad
laboral.