Ésta es una de las
preguntas que con más
frecuencia nos hacen tanto
dentro como fuera de la
consulta. Las horas de sueño
necesarias dependen tanto de
parámetros fisiológicos
genéricos como parámetros
individuales y se ve
influenciada directamente
por los hábitos sociales a
los que estamos sometidos
(turnos del trabajo,
responsabilidades domésticas
y familiares, estilo de
vida).
Debemos saber que las
horas de sueño van cambiando
a lo largo de la vida. Los
cambios más importantes se
producen en la infancia y,
en menor medida, durante la
adolescencia, para pasar a
variar poco durante la vida
adulta y volver a presentar
modificaciones importantes
durante el envejecimiento.
Así pues, un recién
nacido sano duerme unas 16
horas al día y al año de
vida el sueño dura unas
14-16 horas. En los años de
la infancia el sueño es de
unas 11-12 horas nocturnas,
para alcanzar en la
adolescencia el patrón que
se mantendrá durante la vida
adulta y que oscila de 7 a 9
horas por noche. A medida
que nos vamos haciendo
viejos, dormimos menos. Se
ha demostrado que a partir
de los 50 años se empiezan a
perder 27 minutos de sueño
por decenio de vida.
Por otro lado cada
persona considerada de forma
individual necesita unas
horas determinadas de sueño
que le permitan mantener una
situación de vigilia
adecuada tanto física como
psíquicamente. Todos
conocemos en nuestro entorno
personas que necesitan tan
sólo 4-5 horas de sueño
mientras que otros “no son
personas” si no duermen 9 o
10 horas. Existen ejemplos
en la historia de personajes
famosos anclados en ambos
extremos: Napoleón, por
ejemplo, decía dormir unas 3
o 4 horas porque opinaba que
sólo “los tontos y los
enfermos necesitan más”,
mientras que en el polo
opuesto Einstein dormía más
de 10 horas al día.
Lo que está ampliamente
demostrado es que existen
considerables diferencias en
la duración del sueño de
cada individuo con personas
que presentan un patrón de
sueño corto (duermen
diariamente 5,5 horas o
menos), sujetos con patrón
de sueño largo (duermen 9 o
más horas cada día) y
sujetos con patrón de sueño
intermedio (duermen entre
7-8 horas diarias).
A su vez estas
diferencias están sometidas
a factores externos como los
horarios de trabajo,
escolares, tiempo de ocio,
etc., que dan lugar como
norma general a una
reducción de sueño sobre
nuestro patrón “tipo”.
Normalmente si de algún
sitio hay que conseguir
horas para alcanzar nuestros
objetivos laborales,
familiares o de ocio, no
dudamos en conseguirlas a
costa de las horas de
sueño. Algunos autores se
han referido a dicha
restricción, que
voluntariamente imponemos a
nuestra duración del sueño
como “insomnio normal”.
De lo dicho
anteriormente concluimos que
no hay un patrón oro sobre
las horas exactas que una
persona debe dormir para
mantener una adecuada salud
y un bienestar psicosocial
adecuado. Parece que una
buena aproximación a ello,
sería observar las horas que
dormimos cuando nos
despertamos espontáneamente,
sin despertador, en unas
condiciones confortables y
sin factores de estrés. En
cualquier caso el número de
horas de sueño es un
parámetro individual que
debemos fijar tras una
profunda reflexión personal
sobre nuestra situación de
salud, nuestra edad,
nuestras necesidades
sociales, de tal manera que
nos permita llevar una vida
feliz y productiva, sin
culpabilizarnos por dormir
poco o mucho, igual que no
nos culpamos por tener los
ojos azules o marrones. Si
no somos capaces de
establecer cuál es nuestro
patrón fisiológico de sueño
o vemos que éste está
desvirtuado por defecto o
por exceso podemos acudir a
un especialista en sueño que
nos ayudará a fijar unas
pautas adecuadas y realistas
de descanso.