El ser humano es homeotermo,
es decir, que el organismo
humano tiene unos mecanismos
de cesión y absorción de
calor, que hacen que se
mantenga una temperatura
corporal en torno a 37ºC que
es la que necesitamos, para
que nuestro cuerpo pueda
funcionar con normalidad.
Cuando el entorno de
trabajo es muy caluroso o se
realiza un gran esfuerzo
físico, se pueden provocar
riesgos para la salud y
seguridad de los
trabajadores. Estos riesgos
aumentarán según sea el
tiempo de exposición
(duración del trabajo) y los
factores personales de cada
uno (edad, sexo, obesidad,
falta de aclimatación al
calor, falta de descanso,
etc.).
El estrés térmico es
la carga de calor que los
trabajadores reciben y
acumulan en su cuerpo y que
resulta de la interacción
entre las condiciones
ambientales del lugar de
trabajo, la actividad física
y la ropa de trabajo,
pudiendo llegar a producir
daños irreversibles en la
salud. Esta situación se
puede dar en trabajos en
locales cerrados o
semicerrados (panaderías,
acerías, minas…) ó al aire
libre (agricultura,
construcción…), debiendo de
tener especial cuidado en
todas esta circunstancias.
El calor
produce incomodidad, apatía,
disminución en la capacidad
de percepción y atención,
etc, y todo ello hace que la
probabilidad de que se
produzca un accidente sea
mayor.
Cuando los
trabajadores siguen
trabajando en esas
condiciones, pueden aparecer
las llamadas enfermedades
relacionadas con el calor,
la más grave es el golpe de
calor, que puede producir
incluso la muerte.
En estas
circunstancias, existen
determinados colectivos que
deben extremar las
precauciones ante la
exposición a elevadas
temperaturas, por ser
especialmente frágiles ante
el calor, entre los que
podemos citar:
-
Aquellos que siguen
determinados
tratamientos médicos
(tranquilizantes,
antidepresivos…).
-
Personas con patologías
crónicas
(cardiovasculares,
obesidad, diabetes,
insuficiencia
respiratoria…).
-
Consumidores de
sustancias tóxicas,
alcohol u otras drogas.
-
Si el organismo no
puede mantener su
temperatura normal y ese
balance de energía que se
produce constantemente en el
organismo, mediante la
absorción y cesión de calor
no consigue mantener el
equilibrio, siendo incapaz
de refrigerarse, pueden
aparecer distintas
patologías como:
-
Insolación.
-
Calambres.
-
Erupción cutánea.
-
Síncope por calor
-
Deshidratación.
-
Golpe de calor.
Para evitar estas
situaciones y cuando ha sido
imposible la adecuación del
ambiente de trabajo a unas
condiciones de no riesgo
para las personas, el
empresario/a tendrá que
adoptar las medidas de
protección más adecuadas
para los trabajadores a su
cargo, tales como:
-
Informar y formar a los
trabajadores sobre los
riesgos, efectos y
medidas preventivas.
-
Prever un período de
aclimatación.
-
Disponer de sitios de
descanso frescos o a la
sombra.
-
Proporcionar agua
fresca.
-
Reducir la temperatura
en interiores, con
ventilación natural,
aire acondicionado…
-
Rotar en puestos con
riesgos por el calor.
-
Garantizar una
vigilancia de la Salud
específica.
Del mismo modo, los
trabajadores también deberán
adoptar una serie de medidas
preventivas, como:
-
Seguir las indicaciones
recogidas en los
protocolos fijados por
la empresa, para evitar
estos riesgos.
-
Informar a sus
superiores sobre si han
tenido un periodo de
aclimatación al calor,
antes de incorporarse a
ese puesto de trabajo y
si padecen enfermedades
crónicas.
-
Beber regularmente agua
fresca (¡no fría!) y
algo salada. No es
preciso esperar a tener
sensación de sed.
-
No tomar alcohol ni
bebidas estimulantes,
especialmente las que
contengan cafeína.
-
No desprenderse de la
ropa ya que ésta puede
actuar como pantalla
protectora.
-
Descansar en lugares
frescos.
-
Seguir una dieta suave,
procurando evitar los
alimentos grasientos.
Por ultimo, conviene
indicar que la Prevención de
Riesgos Laborales por
exposición a ambientes
calurosos debe estar
incluida en la evaluación y
planificación de medidas que
las empresas deben realizar,
en aplicación de la ley
31/1995, el RD 486/1997
sobre condiciones mínimas en
lugares de trabajo y
normativa técnica
específica.